El jardín del carmen de la Fundación Rodríguez-Acosta, con sus terrazas y miradores, forma parte del propio Monumento Nacional (1982), y comparte con la arquitectura del edificio la singularidad y modernidad de los diseños empleados.
En nuestro paseo podemos contemplar diferentes especies botánicas que fueron cuidadas desde que se inició el proyecto, en el año 1916. Entre todas hay una que destaca especialmente por su visibilidad, al igual que sucede en otros lugares de la ciudad de Granada: el ciprés, también conocido como el árbol de la inmortalidad, es el primer protagonista en nuestra serie de entradas de dedicadas a las ”especies vegetales en el Jardín de la Fundación”
En el denominado Patio de Baco se observa claramente cómo el ciprés (cupressus sempervirens) se convierte en arquitectura al emplear el arte de la topiaria para modelarlo: esta técnica de jardinería consiste en dar formas artísticas a las plantas mediante el recorte con tijeras. Quienes diseñaron el lugar se propusieron organizar en distintos parterres con la ayuda del ciprés, estructuras de tipo arquitectónico. Precisamente en estas soluciones se ve la mano del arquitecto Modesto Cendoya que participó puntualmente en los primeros momentos del desarrollo del proyecto.
Texto: Carmen Sánchez Sierra
Fotos: Luis Morales Quesada
Los cipreses de los jardines de la Fundación Rodríguez-Acosta son visibles desde muchos puntos de la ciudad y vinculan a este espacio con el resto de los cármenes de Granada, en los que son un elemento característico. Precisamente estamos en una ciudad en la que aún está presente la herencia de la cultura greco-romana, que daba una gran importancia a esta especie arbórea.