Tal como os anunciábamos hace unas semanas, se ha iniciado el protocolo previo para la restauración de los thangkas tibetanos de la colección Rodríguez-Acosta. Estas piezas son de enorme interés, por su originalidad, cronología, técnica de ejecución y falta de ejemplares parecidos en nuestro contexto. El thangka es un tipo de pintura tibetana usada por los budistas como referencia religiosa, para dirigir sus oraciones y meditar. También es conocida como “templos ambulantes” ya que se transportaban y se desplegaban donde fuese necesario para iniciar las oraciones.
Son una de las mejores expresiones del arte tibetano. Todos ellos están pintados con sumo detalle sobre lienzos de algodón o bordados en seda. Los thangkas suponen la quintaesencia del arte tibetano al representar deidades budistas o su concepción de la rueda de la vida y las fuerzas del universo (mandalas). Dibujados a mano, su minuciosidad exige una técnica depurada siendo muy lenta su elaboración.
En la colección de la Fundación Rodríguez-Acosta hay 13 ejemplares únicos de este tipo de piezas, que pueden verse con detalle en el catálogo de la página web; os dejamos de ejemplo el correspondiente a este detalle -> Pintada al gouache, la imagen de Naro Dakini, a la que está dedicada, se hace alusión a Mansjuri y por ende al linaje de Tsongkapa.
Esta mañana se ha constituido en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, la comisión de seguimiento para la restauración de trece thangkas tibetanos de la Fundación Rodríguez-Acosta.
A partir de ahora se comenzarán los delicados trabajos de restauración que necesitan.
Os iremos contando el avance de los procesos.
Gracias a todos por el esfuerzo y el interés en todas las gestiones previas.