En 1970 moría, a los cien años de edad, Manuel Gómez-Moreno Martínez (Granada, 1870-Madrid, 1970), una de las personalidades más sobresalientes de la cultura española del siglo XX. Autor de una extensa bibliografía de casi trescientos títulos que abarca los más variados intereses de la arqueología y la historia del arte hispánicos, entró en la escena del pensamiento historiográfico en los primeros años del siglo pasado con la realización de los catálogos monumentales de las provincias de Ávila, Zamora, Salamanca y León. A él se deben contribuciones esenciales para el esclarecimiento de capítulos completos de la arqueología ibérica y del arte hispanomusulmán, románico, mozárabe y renacentista, así como de las lenguas primitivas de la península.
Desde su cátedra de arqueología arábiga en la Universidad Central (Madrid) llevó a cabo, a partir de 1913, una fecunda labor docente que, junto a sus enseñanzas en el Centro de Estudios Históricos, irradió durante décadas la universalidad de sus saberes. Alumnos suyos fueron los historiadores del arte Francisco Javier Sánchez Cantón, Diego Angulo y Juan Antonio Gaya Nuño, entre otros; los arqueólogos Juan Cabré, Cayetano de Mergelina, Martín Almagro y Antonio García Bellido, los arquitectos Alejandro Ferrant y Leopoldo Torres Balbás, etc. Fue Director General de Bellas Artes en tiempos de la República y activo defensor del patrimonio durante la Guerra Civil a través de la Junta del Tesoro Artístico. Fue, asimismo, miembro de la Real Academia de la Historia (1917), de la de Bellas Artes (1931) y de la Real Academia Española (1942). Mantuvo fecunda relación con algunos de los más destacados intelectuales de su tiempo, como Miguel de Unamuno, Ramón Menéndez Pidal y Gregorio Marañón, entre otros.
Su biblioteca, el archivo y la colección artística y arqueológica que logró reunir a lo largo de su dilatada existencia, como reflejo de su particular sensibilidad y de sus amplios intereses arqueológicos e histórico-artísticos, fueron a su muerte donados por sus herederas, interpretando un ferviente deseo paterno, a la Fundación Rodríguez-Acosta de Granada.
Así, en 1973 fue creado, en el seno de la Fundación, el Instituto Gómez-Moreno con el fin de conservar, exhibir y difundir su legado.